Una carretera sin final

viernes, 4 de diciembre de 2015



Oh sí, ¿mariposas en el estómago? Y una mierda. Sí, las sentí. Me dieron lo que me debían, pero nadie me avisó de que si me pasaba con el tequila iban a desparecer. Creo recordar haberme dejado el grifo abierto y, ahora, nos estamos mojando los dos sin que ninguno tenga cuidado en mantener el agua caliente. Mis amigos ya no caminan, ahora corren y tú los persigues por una carretera sin final dejándome tirado, cayendo en un hoyo. Tal vez esté persiguiendo a un conejo, o simplemente me haya perdido en tu recuerdo. Haciendo memoria me viene ese alguien que me advirtió de cuánto dolía el amor: «No será para tanto.» Contesté. ¡Já! Ahora tengo que tirarme a la bebida por ti; subir al baño y cerrar el grifo para intentar no mojarme; y atrapar a ese maldito conejo que suele jugar conmigo cada noche haciéndome descender por un agujero.

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